Por Nacho Bautista, CEO y cofundador de Fundeen
La pandemia que enfrentamos en estos momentos está ocasionando un gran sufrimiento en todo mundo y, aun confiando en que pronto la superaremos, se dibuja en el horizonte un escenario muy difícil para muchas empresas, también del sector de las renovables. Confiamos en que los grandes proyectos fotovoltaicos saldrán adelante, pero son los autoconsumos los que nos preocupan.
Sabemos que algunas empresas que habían proyectado construir sus propios autoconsumos durante el 2020 (para ahorrar en la factura eléctrica o para reducir su huella de carbono), optarán ahora por conservar la liquidez. Todas estas empresas que ahora están expuestas a una gran incertidumbre, en lugar de costear una instalación fotovoltaica, realizarán inversiones que les reporten beneficios a corto plazo o destinarán esos recursos en otras partidas más urgentes. Así, esta crisis representa una amenaza grave para todas las compañías que han prosperado en los últimos años en torno a los autoconsumos: ingenierías, instaladoras, proveedores, mantenedores, gestores, aseguradoras, etc.
También nos preocupa que, siendo nuestra prioridad superar esta pandemia, se relajen los esfuerzos en materia de transición energética y que la lucha contra el cambio climático, poco a poco, se desvanezca de la agenda de los medios de comunicación. Como la lucha contra el coronavirus, que exige unidad y apoyo del conjunto de la sociedad y de las administraciones, la apuesta por las renovables también es vital para nuestra supervivencia.
No debemos olvidar los incendios en Australia que ocurrieron hace apenas unos meses, ni las DANAs que azotaron el Levante español, ni las sequías, las olas de calor, las inundaciones, ni el resto de catástrofes que dejan tras de sí destrucción, víctimas y dolor. El cambio climático traerá profundos cambios en los ecosistemas, deteriorará la biodiversidad y causará desertificación; derretirá el agua dulce de los polos y glaciares, que se verterá en los océanos aumentando el nivel del mar; el cambio climático nos acosará, en cada estación del año, con fenómenos meteorológicos extremos.
De esta crisis sanitaria debemos salir habiendo reforzado nuestro compromiso con las energías limpias y, en general, con un modelo económico más sostenible. Las renovables son un sector fundamental para cualquier país, pero, en el caso particular de España, es de una importancia estratégica. Reivindicamos que nuestro país puede asumir una posición relevante, si no de liderazgo, en este sector a nivel mundial. Contamos con el talento, la experiencia y la solidez para apostar por esta industria, prueba de ello es que detrás de los grandes proyectos de renovables en el mundo hay firmas españolas. Ahora garanticemos también los recursos.
Por esto queremos apoyar la iniciativa de la UNEF de elaborar un plan para la reactivación del sector y que contribuya a la recuperación económica de España. Un documento que contemple y recoja todas las medidas regulatorias y fiscales necesarias para impulsarlo. No para protegerlo, sino para potenciarlo, porque su interés para la economía y el conjunto de la sociedad es trascendental.
Nosotros nacimos para democratizar las inversiones en renovables. Cualquiera, a través de nuestra plataforma, puede elegir en qué proyecto y cuánto invertir para percibir a cambio cierta rentabilidad. Pero nuestra misión va más allá de los dividendos. Nuestro compromiso es contribuir a la transición energética hacia un modelo basado en energías limpias y, por el camino, cimentar un tipo de economía sostenible muy beneficiosa para el conjunto de la sociedad. Por eso lanzamos un plan antiCOVID renunciando a nuestras comisiones de estudio, que no es más que otra iniciativa de reconstrucción verde para que todos aquellos autoconsumos industriales que no estén prosperando puedan encontrar en nosotros una alternativa de financiación.
Conocemos de primera mano la huella de empleo que se deriva de los autoconsumos y sabemos que las renovables generan una valiosa actividad económica allí donde se emplazan. Y esta actividad no se limita al proceso de construcción de las instalaciones, donde intervienen multitud de profesionales de diversas disciplinas, sino también a todo el ciclo de vida de las plantas. Una instalación fotovoltaica requiere de técnicos y especialistas en tareas de mantenimiento por un periodo de, al menos, treinta años. Treinta años de actividad económica local, además, en zonas rurales que ya llevan años enfrentando otra grave amenaza para su supervivencia: la despoblación.
Cuando venzamos a la Covid-19, que lo lograremos, no podemos dar ni un paso atrás en materia de renovables. Por muy atractivo que sea el precio de los combustibles fósiles, por muchas tentaciones que surjan para volver a un modelo energético dañino, no perdamos de vista ni el cambio climático, ni todo lo que tenemos por ganar. Nuestro futuro, el de España y el del resto del mundo, solo admite dos colores: o verde, o negro. Hagamos que el futuro sea verde.